¿No es hora ya de que se rompa el yugo,
que lata el corazón, se ensanche el pecho,
y haga valer su fuerza y su derecho
aquel a quien cantara Victor Hugo?
¿Hasta cuándo el infame y vil verdugo,
que daño tan atroz al mundo ha hecho,
ha de dormir en un mullido lecho
y al pobre ha de faltarle hasta un mendrugo?
¡Que tiemblen los malvados y opresores
al ver que ya se inclina la balanza
y en el mes de las aves y las flores,
el bueno hacia la luz corre y se lanza;
poniendo en sus brillantes resplandores
su corazón, su dicha y su esperanza!
Fermín Salvochea. Suplemento de La Revista Blanca.5 de mayo de 1900.
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