Sólo seremos lo que hayamos
luchado.
Cada una en su medida, en su
trinchera, en su incómodo espacio de resistencia.
Sólo somos lo que ya hemos
dejado de ser: la renuncia a lo adquirido, el desaprendizaje de lo adherido a
nuestras pieles, la pelea cotidiana con un espejo al que nos enfrentamos sin
saber.
Sólo podemos ser lo que
anhelamos sin miedo: la apuesta por la vida, la defensa de la dignidad ajena,
el cuidado delicado de la propia, la búsqueda incesante de la colectiva.
Somos más de lo que creemos
y menos de lo que tenemos. Somos. Y, al ser conscientes de que ser no es
suficiente, andamos acomodando una forma de estar en este mundo cada día más
estrecho, más violento, más impredeciblemente cambiable.
No somos hijos de nuestro
tiempo, sino ancestros del por-venir. La siembra comenzó hace siglos y nosotros
apenas continuamos aireando la tierra y regando la simiente. No es poco.
Paco Gómez Nadal. Diario de cesiones. Amargord, 2017.
Imagen: Herbert J. Biberman.
La sal de la tierra, 1954.