A mi caja le quedan
cuatro cerillas:
una para las arcas
de la avaricia,
para los yugos otra
de la injusticia,
y otra para la broza
de la mentira.
Y la última cerilla,
la más querida,
para encenderle el fuego
a mi vecina.
Conrado Santamaría. De
cerillas y humo.
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