Compañera, mis tijeras no cortan:
Tu piel es mi destino.
No dejaré que bajes
escaleras
y atisbes el dominio de las
simas.
En sótanos se ocultan las
guadañas
de quienes firman las penas
de muerte.
Que nadie te adoctrine en
los colores
ni el teléfono suene a
medianoche.
Los enemigos crecen en lo
oscuro.
Recorreré los cuartos del
olvido,
los calendarios y sus fieros
límites
con la libre conciencia del
deseo.
Seré un escalofrío si
presientes
detrás el sobresalto de una
sombra.
Comienza abril de
1992. La censura nunca ha terminado.
Isabel Pérez Montalbán. Cartas de amor de un comunista.
Germanía, 1999.
Imagen: Julio de Diego. Spies and Counter Spies, 1941.
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