domingo, 12 de julio de 2020

[En sucesivas oleadas de tabaco]


En sucesivas oleadas de tabaco

                                   aquella mujer

    [XVII / N]                aquella mujer pronunciaba

                                   las palabras solamente inflamables

tras los accidentes de tráfico y los desastres aéreos.

Desde los andamios semiintoxicados en los pináculos de las iglesias, –ella clamaba

Desde las menos atestadas correas de alimentación, –ella clamaba

Desde las plazas radiadas y sus torres albinas

Desde los lavabos de la muchedumbre, repleta de deudas

Clamaba

Desde las cabeceras de los comedores clandestinos

Desde las inmediaciones de los muros de contención (donde se arremolinan los curiosos y los hijos errantes)

Clamaba

Desde las contiendas de los analistas de datos

Desde las lenguas extranjeras con que aún se hablan los lobos

Ella clamaba

Desde los desfiladeros que cruzan las ciudades semihundidas

Desde cada pieza de arte finalmente parasitaria

Desde la estribación del portento que aparecía en el cielo

Por cada hombre baldío

Por cada mujer baldía, –ella clamaba

Clamaba

Desde las estaciones de tránsito que ocultan los helechos

Desde la media distancia que nutre toda mano en las tramas del amor

Desde la vibración de los pájaros tras su cuerpo rechazado

Clamaba

Desde los matrimonios entre libros y ruecas

Desde las vigiladas frecuencias múltiples de la Radio Aliche

Desde los osarios esculpidos por las Guerras Térmicas

Ella clamaba

Desde las piras de grafeno en la Espera del Ajuar

Desde las noches arrítmicas concertadas con lúa

Clamaba

Desde las pirámides eléctricas de Talía Silenciosa

Desde las tres lenguas de la serpiente que bosteza en Nejustán

Por cada hombre baldío

Por cada mujer baldía, –ella clamaba

Clamaba

Desde las raíces menstruales, bajo los árboles-de-doce-frutos

Desde las gargantas de los asesinados por las Policías Radiales

Ella clamaba

Desde el mismo ritual supersticioso, el culto a la frigidez y al desgaste vacío

Desde los sepelios de los abatidos por misiles de crucero

Clamaba

Desde el alma de las ciudades, listas para la desolación y los termocamuflajes

Desde los pulsadores de las autopistas antiguas y sus apoteosis de plástico, –ella clamaba

clamaba su ahoou desgastado

clamaba

por los hombres que acechan y tosen,

para todos los que escucharon y sintieron su frío

su ahoou comestible

para cualquier pobre insolente,

para quienes aún se adentran en ciudades tranquilas

y jamás las atraviesan a salvo.





Enrique Falcón. Sílithus. La Oveja Roja, 2020.

Imagen: Arturo Rivera. Legataria, 1996.

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