La
trampa de Tánatos. Víctor Atobas. Zoozobra Magazine, 2020.
“Se fijó en la novela que
Oliva había dejado sobre la mesa, cuyo título era La trampa de Tánatos y su autor un tal Víctor Atobas, y entonces
concentró su espíritu y se introdujo en el interior del libro, y allí se quedó,
escuchando una y otra vez aquellas palabras que hablaban de que había caído en
la trampa del Amo, debiendo pagar condena eterna.”
Estas son las palabras que
ponen el punto final a la nueva novela que el joven escritor burgalés Víctor
Atobas acaba de publicar en Zoozobra Magazine y que son un aviso para quienes han
emprendido la aventura estimulante, perturbadora e iluminadora de leerla.
Tras sus trabajos
anteriores, su primera novela Manifiesto
ni-ni (2013) y los ensayos Autoridad
y culpa. Apuntes de filosofía política (2017) y El deseo y la ciudad. La revuelta de Gamonal (2018), Víctor Atobas
emprende en esta ocasión la tarea de escribir una historia de difícil
definición, donde se mezclan distopía, fantasía, realismo y esperpento con una
buena dosis de rabia contra el sistema socio-económico capitalista, representado
y simbolizado por una de sus instituciones más elitistas, jerarquizadas y despóticas,
la Universidad.
En un futuro no muy lejano, el
año 2029 para ser más precisos, la Universidad Meretriz se ha convertido en un
microcosmos que es la cifra de la perversión social y económica del mundo.
Dividido el campus en tres zonas que a la vez son estamentos sociales (Unidad 1
para catedráticos, Unidad 2 para empleados y Unidad 3 donde viven las clases
medias y desfavorecidas de la sociedad), la Institución es el reflejo de las
relaciones de desigualdad y opresión que rigen los vínculos sociales. En este
escenario distópico, el argumento de la novela sigue un doble hilo narrativo. En
primer lugar, narra el secuestro de uno de los profesores más despiadados de la
Institución, Ernesto Romero (capaz de someter a sus estudiantes a las vejaciones
más repugnantes), por parte del Frente Antiprostitución, una organización de
estudiantes subversiva que quiere vengar al alumnado y cambiar las reglas de
juego de la sociedad. En segundo lugar, la búsqueda de la Llave del Arte, una
especie de santo grial cuya posesión puede cambiar el destino de quien la posea
aportándole libertad y felicidad.
Sobre este doble argumento,
Víctor Atobas despliega su buen hacer de narrador y pensador. En la novela se
enfrentan dos concepciones muy diferentes del mundo: el ámbito de Tánatos, el
reino de la Muerte, representado por los catedráticos y profesores de la
Institución y caracterizado por las relaciones más perversas entre los seres
humanos: ambición de poder, deshumanización, imperio de la jerarquía, opresión
y explotación de los tenidos por más débiles, un verdadero infierno social no
muy distinto del mundo que habitamos hoy en día y cuyos máximos exponentes en
la novela son el Doctor Parrado, un engendro colonizado por líquenes mutados, y
Ernesto Romero, el joven profesor que con sus métodos despiadados aspira a
regir los destinos de la Institución. A este mundo se enfrenta el ámbito de
Eros, la fuerza de la vida, de la sensibilidad, de la justicia social y del
amor, personificado por los jóvenes integrantes del Frente Antiprostitución,
Marcos, Liliana y Keylor, que tratan de vengar las injusticias que cometen los
catedráticos y transformar también las bases de una sociedad tan deshumanizada.
Víctor Atobas demuestra en
esta novela su gran fuerza narrativa y su potente imaginación, que hacen que
recordemos a Poe o al Alfred Kubin de La
otra parte, además de su constante preocupación filosófica y militante
sobre las bases de una sociedad más justa y más digna.
Como decía al principio,
quienes lean la novela, además de vivir una experiencia estimulante y
enriquecedora, están ya avisados para no caer en “la trampa del Amo” y no
sufrir la “condena eterna” de adaptarse a una sociedad tan infernal como la que
se nos retrata en el libro y a la que, si no ponemos remedio, nos conducen
inexorablemente.
Conrado Santamaría
Difícil no anhelar su lectura tras tan brillante reseña. Intentaré conseguirlo.
ResponderEliminarSalud, y gracias, Conrado.
Ya me dirás, Loam. Salud!
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