Hay un lugar que yo me sé
en este mundo, nada menos,
adonde nunca llegaremos.
Donde, aun si nuestro pie
llegase a dar por un instante
será, en verdad, como no estarse.
Es ese sitio que se ve
a cada rato en esta vida,
andando, andando de uno en fila.
Más acá de mí mismo y de
mi par de yemas, lo he entrevisto
siempre lejos de los destinos.
Ya podéis iros a pie
o a puro sentimiento en pelo,
que a él no arriban ni los sellos.
El horizonte color té
se muere por colonizarle
para su gran Cualquiera parte.
Mas el lugar que yo me sé,
en este mundo, nada menos,
hombreado va con los reversos.
–Cerrad aquella puerta que
está entreabierta en las entrañas
de ese espejo. –¿Esta? – No; su hermana.
–No se puede cerrar, no se
puede llegar nunca a aquel sitio
do van en rama los pestillos.
Tal es el lugar que yo me sé.
César Vallejo. Alfar, La Coruña, núm. 33, octubre, 1923, pág. 19. En Trilce. Edición de Julio Ortega. Cátedra, 1993.
Imagen: James McNaught. The Forgotten Dreams of a Hatcheck Girl.
En ese lugar ¿puede uno olvidarse de la taimada astucia de los virtuosos?
ResponderEliminarYo la respuesta no la sé,
Eliminarpero fijo que allí te olvidas
de los viles y su estulticia.
Salud!
En ese lugar no existe el tiempo, pero sí las mareas y una danza sin principio ni fin.
ResponderEliminarSalud!
¿Te apetece un baile? Salud!
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