lunes, 19 de abril de 2021

HOMBRE QUE MIRA EL CIELO


 

Mientras pasa la estrella fugaz

acopio en este deseo instantáneo

montones de deseos hondos y prioritarios

por ejemplo que el dolor no me apague la rabia

que la alegría no desarme mi amor

que los asesinos del pueblo se traguen

            sus molares caninos e incisivos

            y se muerdan juiciosamente el hígado

que los barrotes de las celdas

            se vuelvan de azúcar o se curven de piedad

            y mis hermanos puedan hacer de nuevo

            el amor y la revolución

que cuando enfrentemos el implacable espejo

            no maldigamos ni nos maldigamos

que los justos avancen

            aunque estén imperfectos y heridos

que avancen porfiados como castores

            solidarios como abejas

            aguerridos como jaguares

            y empuñen todos sus noes

            para instalar la gran afirmación

que la muerte pierda su asquerosa puntualidad

que cuando el corazón se salga del pecho

            pueda encontrar el camino de regreso

que la muerte pierda su asquerosa

            y brutal puntualidad

            pero si llega puntual no nos agarre

            muertos de vergüenza

que el aire vuelva a ser respirable y de todos

y que vos muchachita sigas alegre y dolorida

            poniendo en tus ojos el alma

            y tu mano en mi mano

 

y nada más

porque el cielo ya está de nuevo torvo

            y sin estrellas

con helicóptero y sin dios.

 

 

Mario Benedetti. El amor, las mujeres y la vida. Poemas de amor. Visor, 2004.

Imagen: Anselm Kiefer. Über uns der gestirnte Himmel, in uns das moralische Gesetz, 1969-2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario