Yo era una hermosa piedra para el aire.
Espesa, rotunda, y con un ojo claro
para alcanzar al águila en el pecho,
con la marca de la sangre del azor
–otra forma de decir mi propia historia–
o de un pájaro cualquiera para el caso,
con la marca de las plumas del azor
o del águila también, o la serpiente,
con la marca de la tinta del azor
con que escribir los nombres aún alados,
la nómina particular del corazón.
María Ángeles Pérez López. Tratado sobre la geografía del desastre, 1997. En Mecanismo animal. Ediciones del 4 de agosto, 2018.
Imagen: Daria Petrilli
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