En mi casa mi padre
no se va, coge el mechero
y dice
espera,
espera,
verás,
verás.
Yo le tiro del tejado.
Una zapatilla en mitad de la carretera.
Conrado Santamaría. Lóbiter (Archivo de crisis). Amargord, 2019.
Imagen: Eugeni Forcano. La inocencia en la ventana, 1965.
Justicia sin puñetas.
ResponderEliminarSalud, Conrado.
Sin puñetas ni capilletas ni cuchufletas. Salud, Loam!
EliminarEl daño -sea sutil o tosco- siempre viene de lejos, por la vil usura de generación que pide dueños en vez de padres.
ResponderEliminarSalud!
Una gran verdad, LaNanaFea. Y también al revés, una generación que pide esclavos en vez de hijos e hijas. SAlud!
EliminarSi, de hecho a eso quise apuntar: “padres” que se adueñan y tratan a los hijos desde la utilización, impelidos por una vil usura (la del mercado). Salud, Conrado.
ResponderEliminarEs lo que tiene el leer deprisa. Las dos sentencias, no obstante, son distintas y una y la misma. Las dos caras del equivalente general, es decir, el dinerito. Salud!
EliminarLo de deprisa lo decía por mí, claro está. Salud!
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