Hacía dos años que vivía en Sevilla. Después de mi paso por la Fundación Cristina Heeren, era mi segunda etapa en la ciudad hispalense. A lo largo de esos meses empecé a trabajar más decididamente en el mundo de los tablaos, como simple y necesario sustento económico. Un pequeño anuncio al finalizar el telediario de TVE me presentó la obra de Francis Bacon. Bastó un minuto para que me reconociera en aquella boca abierta de un babuino del pintor irlandés. La reja de fondo y la desolación de su grito trastocaron años de estudio y de anhelos. Con la producción del colectivo artístico Bulos y Tanguerías, compuesto por Raúl Cantizano y Santi Barber, presenté la propuesta artística Vaconbacon, cantar las fuerzas en L´Escorxador el 10 de junio de 2011, según me cuenta el buscador de Google. (Fue un día antes de que el PP empezara a gobernar por primera vez en Elche, factor que me llevaría a estar cinco años sin cantar en la ciudad ilicitana. Mi ciudad.) La audiencia esperaba algún tipo de recital flamenco, y así me lo reconocieron al finalizar la performance. Entre los aplausos del público, unas ochenta personas, escuché algún grito que decía: «¡Valiente!». ¿Valiente? ¡Si yo me había presentado allí por una necesidad espiritual! Gritar, magullarme, llorar, deformarme, desnudarme en público, follarme a una silla… No había opción, no había plan B. Era eso o volver a caer en el hundimiento existencial. Ahí experimenté que la necesidad no entiende de provocación. Ya nos lo enseñaron los surrealistas, aunque en aquella época no tuviera noticia de ellos. Todo por pura necesidad, como falta de algo, pero también como motivo irresistible de alguna acción. Ese iba a ser mi último recital como cantaor de flamenco, ya que a pesar de lo experimental de la propuesta aún residía en nosotros el interés por intentar resignificar el rito del cante. Entre el público, pude vislumbrar a mis padres de pie, aplaudiendo efusivamente.
Niño de Elche. In memoriam. Posesiones de un exflamenco. Hurtado & Ortega, 2021.
Imagen: Vaconbacon, cantar las fuerzas
"Cuando canto, la boca me sabe a sangre" Tía Anica la 'Piriñaca'.
ResponderEliminarSalud!
Mejor que "ese gusto a traición en la boca", que decía Cortázar. Salud, Loam!
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