El don de la insignificancia
de la que quise salir llenándome de adornos
de cosas que me señalaran, me titularan, me validaran
como merecedora de ser tenida en cuenta
por los tasadores de mercancía a la venta
en los atrios y en las plazas de poder,
hasta que comprendí que ya llevaba conmigo el aval
y me puse en la fila de los humanos
que intentan ser merecedores de ese nombre.
Begoña Abad. Los dones. Poemario de 35 dones. Las hojas del baobab, 40, 2020.
Imagen: Andréi Remnev
O como dijo Diógenes contemplando un surtido mercado: ¡Cuántas cosas que no necesito!
ResponderEliminarSalud!
El sabio de Diógenes, no en vano fue también falsificador de monedas. Salud, Loam!
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