Lo prohibido no está prohibido para los seres que viven en el cielo
Ni a los hombres que viven en el aire les han sido prohibidas las aguas
No han sido prohibidas las mareas para las mujeres que nadan en el paraíso
Ni el aire ni el agua han sido prohibidos en la tierra donde viven los muertos
Las prohibiciones han sido prohibidas por los elegidos del aire y el agua
Los animales habitan las constelaciones. Los campesinos de la verdad
Remueven los tizones de la prohibición con la madera del pensamiento
No es necesario pronunciar su nombre para que lo prohibido desaparezca
Y queden la tierra y el cielo y las aguas todas libres de prohibición
Todo lo prohibido con latas de pintura. Las representaciones del azar apacible
Todas las prohibiciones abolidas por la prohibición de matar
No es necesario escribir su nombre para que los fragmentos de su lejanía se hagan presentes
Él vive sin prohibiciones en el agua. Su duración es la tierra y las orillas del cielo
Tú que tienes en la mano una piedra enciéndela como si fuera una antorcha
Tú que tienes en la mano un palo frótalo hasta convertirlo en cosecha del olivo
Porque no dudes que se acercarán a casa los hombres de la prohibición
Los hombres de las devastaciones. Que llegarán a casa los asesinos
Lo que no puede ser prohibido volverá a ser prohibido de otra forma
Tenlo presente, aunque no lo quieras oír, regresa el daño por el camino aprendido
Aquí es donde vive la serpiente. La incorpórea de Wallace Stevens
Juan Carlos Mestre. La bicicleta del panadero. Calambur, 2012.
Imagen: Gertrudis de Moses