A veces, la fatiga de las cosas.
Nada sirve de nada, seguirán
muriendo a centenares en los cerros
sin nombres registrados, como pájaros
que no pueden saltar en los jardines.
Pero hay que estar,
hay que estar siempre
para levantar acta
de los que no figuran en los libros
ni como números
porque nadie anotó sus nombres
y dar fe de su vida
antes de que los mate
la burlona sonrisa de la historia.
Se te acercan los niños a las manos
con todo lo que tienen: nada y ojos,
unos ojos enormes que te miran
con su inocencia antigua. Estos niños
solo tienen presente
y un carro,
un carro enorme,
que empujan
ladera arriba.
A media cuesta
hacen un alto,
se secan el sudor
y siguen.
Pedro Ojeda. En Encuentros y palabras 2016. EDIFSA, 2017. Coordinadora: Montserrat Villar.
Imagen: Sergio Larraín
Hay que levantar acta, al menos...
ResponderEliminarAl menos,... Salud!
EliminarHay que levantar acta, sí.
ResponderEliminarY elevarla muy alta
hasta que sume y pese
todos los gritos silenciados.
Elevarla, elevarla...
y dejarla caer con fuerza
sobre los lujosos palacios de gobierno.
Salud!
Nos secaremos el sudor, y seguiremos. Salud!
EliminarDuele, la brida… Duele, la palabra.
ResponderEliminarMagnífico. Gracias, Conrado.
Y duele también la palabra presuntamente desbridada que solo es silencio. Salud, LaNanaFea!
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