–¿DÓNDE está la canción?
–Muerta. ¿No sabéis que está muerta?
Los maestros de canto se han ido a clavar
ataúdes y a enterrar a los muertos.
Pasad, sepultureros,
pasad con vuestras palas y vuestros azadones…
No enterréis el cadáver del hombre junto al río,
llevadlo al arenal,
escondedlo en la arena seca y machorra del desierto,
que no lo encuentre el aire ni el agua ni la luz
ni la caricia picante del estiércol…
que no germine más ¡que no germine más!
Para qué prolongar esta semilla
si no da más que un árbol
con diezmos para el Mago,
con frutos para el dogo
y un recio pergamino para los tambores de la guerra
y los infolios vergonzosos de la Historia.
León Felipe. Versos del merolico o del sacamuelas, 1967. En Poesías completas. Edición de José Paulino. Visor, 2010.
Imagen: Odd Nerdrum. Old man with a dead maiden.
Eternidad es un término que se ha atribuido a instituciones, a personajes y sus obras, e incluso a ciudades (Roma, ciudad eterna). Sin embargo, si tan descomunal término fuese legítimamente aplicable a algo, sería sin duda a la voz del poeta, cuya vigencia, como muestra este poema de León Felipe, transita incólume el tiempo.
ResponderEliminarCrecen las robustas raíces del poema, elevándose sobre las ruinas de los imperios y sus prometeicas quimeras.
Salud y poesía!
Hola, Loam. Tu comentario es digno de figurar en cualquier antología del aforismo poético. No puedo estar más de acuerdo contigo. La poesía buena es siempre actual pues está fuera del tiempo. Salud!
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