jueves, 1 de febrero de 2024

ANÓNIMOS


 

Sois los dueños del habla, los amos de la lengua: y no os conozco. No sé nada de vuestra vida, ignoro por completo quiénes fuisteis. Sé sin embargo que os lo debo todo. Sé que nada sería sin vosotros. Qué estirpe vuestra estirpe, y qué casta la vuestra. Anónimos del alma, el alma mía, misteriosos juglares, enamorados caballeros, trovadores, pastores, cantaores analfabetos, trágicos mineros. ¿Cuál de vosotros, desconsolado, acudió a las palabras como último refugio y lloró en la noche: «Ardé, corazón, ardé / que no os puedo yo valer»? ¿Quién sería el amante desesperado que dijo: «Alamitos del prado / si tenéis lengua, / no digáis de mi vida, vida / lo que hay en ella»? ¿O el triste que gritó: «Corazón, sigue tu vía / que yo seguiré la mía»? ¿Quién sería el Conde Arnaldo? «En Ávila mis ojos, / dentro en Ávila. En Ávila del Río / mataron a mi amigo, / dentro en Ávila». Todos fuimos a Ávila contigo. ¿Cómo no ir contigo a Ávila?

«Qué desgracia es la mía / hasta en el andar, / que los pasitos que yo daba p’alante / se vuelven p’atrás». ¿Qué corazón no ha retrocedido cuando quería avanzar? A todos, alguna vez, se nos han vuelto los pasitos para atrás. «El sitio donde te hablé / me dan ganas de volverme, / sentarme un ratito en él». Al sitio aquel todos hemos vuelto y nos hemos sentado un ratito al lado de aquel extraordinario y anónimo amante. ¿Y quién sería, quién sería el mágico poeta, el músico secreto que cantó por primera vez: «Qué pájaro será aquel / que canta en la verde oliva. / Corre y dile que se calle, / que su canto me lastima».

No sé quiénes fuisteis, ni sé cómo fue vuestra vida. Pero sé que sois los infatigables ángeles tutelares del corazón, los vigilantes de nuestro mejor sentir, los sembradores de lo eterno. Los que nunca traicionan, los que siempre comprenden. Los sigilosos zurcidores del olvido, los magistrales devanadores de la memoria. Los tañedores del vocabulario. Sé de vosotros lo mejor, lo que perdona y salva y restituye. No tengo vida suficiente para agradeceros el que hayáis existido.

 

 

Francisca Aguirre. Los maestros cantores [1992-2000]. En Ensayo general. Poesía reunida 1966-2017. Prólogo: María Ángeles Pérez López. Calambur, 2017.

Imagen: Museo Británico. Flauta de hueso del Paleolítico superior hallada en La Roque, Aquitania.

4 comentarios:

  1. «El sitio donde te hablé / me dan ganas de volverme, / sentarme un ratito en él»

    https://youtu.be/Z-3HXtr-DCU?si=TwTn2txrHJEPTyOO&t=114

    Salud!

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    1. Gracias, Loam. Todavía van rodando por ahí esas coplas que nadie sabe de dónde salieron y nadie sabe dónde terminarán, si es que terminan. Salud y pueblo!

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  2. Deberíamos perdernos todos alguna vez en aquel bosque de las amnesias carrolliano y abdicar de nuestros nombres. Y disfrutar allí alegres y anónimos. Y refugiarnos.

    Chiloé

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