martes, 19 de marzo de 2024

El ángel de la piedad y la luz


 

Este ángel sostiene el mundo,

es balanza de la historia, equilibrio del mal.

 

Ojos cerrados, abierta llaga en el costado,

manos heridas, paño blanco, sexo insinuado,

la mano doblada, la espalda vencida.

El cuerpo enorme, inerte, descoyuntado.

Y el leve abrazo. En él descansa.

En su cara de ángel niña toda la piedad y el desconsuelo.

 

Si dejara de abrazarle, de rozar su pelo en la cabeza

inclinada del hombre muerto, este caería.

El paño azul, el ala del ángel,

nada sería vertical, ningún esfuerzo sostendría el dolor.

 

Este ángel tan pequeño sostiene el hombre muerto,

la mujer muerta, las niñas, los niños muertos.

Este es el ángel de la piedad descendida

para sostener el frágil equilibrio del mundo.

Hay olivos, la ciudad al fondo, un paisaje de calaveras.

Y la luz.

La luminosa piedad abrazando la ciudad de los hombres.

 

Así pintó Antonello de Messina el ángel que sostiene el muerto.

El ángel que llora sin lágrimas.

El ángel que sostiene el mundo.

 

 

Antonio Crespo Massieu. El dolor que amamos. Bartleby, 2022.

Imagen: Antonello de Messina. Cristo muerto sostenido por un ángel, c. 1475-76.

4 comentarios:

  1. El hijo de Dios hecho hombre y muerto por y para el hombre. La muerte lo hace humano, no el nacer de una inmaculada. Dios autocondenado: he aquí lo monstruoso.
    Excepcional belleza, la de Messina y Crespo Massieu, al poner en juego lo más oscuro e inquietante, lo que no puede ser dicho, ni nombrado: el interno regocijo y la voluptuosidad del que lee y ve la sangre manar sobre la piel cetrina del cuerpo sufrido y ya muerto, imaginando todo lo anterior, sintiéndo(se) algo de ese ángel bajado que sostiene.

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    1. Hay algo en lo que dices, Joan, que me recuerda al Nietzsche de “El nacimiento de la tragedia”: ese velo de lo apolíneo que nos hace soportar y aun gozar de lo atroz de la existencia, que es lo dionisíaco. Mucha razón llevas en lo que expresas. Salud!

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  2. Pues está muy bien trazada esa deriva nietzscheiana a la que apuntas, Conrado. Sin embargo, mi comentario no venia sugerido por Herr Friedrich, sino por Michel Tournier (novelista que frecuenté en mis años mozos). En concreto, un relato corto titulado "Gilles y Juana", que pone en juego la ambigüedad latente en ese sentimiento que llamamos piedad.

    El caso es que el tal Gilles es Gilles de Rais, brutal señor feudal bretón, devoto y amante de la sangre, a partes iguales, que en los momentos iniciales del cuento le pregunta a su confesor, hombre de probada santidad:
    "Padre mío, ¿es la piedad un sentimiento cristiano? (...) porque lo que me preocupa de la piedad es la inmensa voluptuosidad que en ella encuentro".
    Bona nit i salut !!!

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