Mi infancia son recuerdos de un piso en las afueras
y un huerto descuidado en la ventana;
mi juventud, veinte años de cuadernos de inglés.
Conseguirás –dijeron–
mucho más que tus padres y sus padres:
estudia cuatro años y tendrás un trabajo,
trabaja y vivirás siempre tranquila;
trabaja y serás digna de un futuro.
Asentí, como todos –hijos de la bonanza–.
No atendimos a aquel presentimiento
aquel olor a pólvora
que asomaba en voz baja
como un eco de angustia a puertas de palacio.
De aquel país ajeno a las fronteras
solo guardo el recuerdo de la luz
y una aversión a la palabra patria.
Rocío Acebal Doval. Hijos de la bonanza, 2020. En Última poesía crítica. Jóvenes poetas en tiempos de colapso. VV. AA. Selección y edición: Alberto García-Teresa y David Trashumante. Lastura, 2023.
Imagen: Milomir Kovacevic
Nadie se merece una patria, por mucho que la oscura triangulación paterno/materno/filial nos ate a ella.
ResponderEliminarO quizás debido precisamente a esa misma atadura, Joan. Salud!
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