miércoles, 30 de octubre de 2024

EL HILO SE ENHEBRA


 

El hilo se enhebra

en el estricto hueco de la aguja

y trae memoria del huso, de la rueca,

de la paciente disciplina de que hablaba

el libro de los proverbios,

del largo tránsito por el algodón,

por su torcedura

desde que alguien lo miró crecer en su semilla

imaginando el blando copo de riqueza

hasta que es parte diminuta

e imprescindible

de la bobina, la máquina, el pedal.

También del pie o los dedos que lo mueven,

lo liberan

de su propia trabazón, su coyuntura

si es hilo solo, apenas desprendido

de la costura tortuosa y necesaria.

 

El hilo arrastra en sí

una puntada secular e inconmovible

que nos anda trabando, remendando

al comienzo del frío, del pudor,

del forzoso reconocimiento de la tribu

en la lana, en el cuero,

en la piel,

en la enorme cicatriz de los cuerpos desnudos

y amparados.

 

 

María Ángeles Pérez López. La sola materia. Aguaclara, 1998.

Imagen: Flor Carvajal

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