Según el ABC de hoy Johnson ha motivado
un nuevo agonizante en la capital de Malasia
(se ve un caído junto a la bota de un policía
y la bandera norteamericana en un ángulo de la derecha.)
Caminando por la acera de Alenza en busca del kiosko
recordé moderadamente a una amante que tuve en Málaga.
Aquel soldado castellano que se llamó Jorge Manrique
escribió sobre esto palabras permanentes. Cuán presto
se va el placer, cómo se pasa la vida, aquellos días
de Málaga o del medievo qué fueron sino verduras de las
eras.
Vuelvo a casa silbando una melodía de Fats Waller.
También aquella época de jazz comienza a ser prehistoria:
algunos artistas negros de nuestros días atomizados
desprecian a Louis Amstrong sus reverencias a los altos
yanquis
y soplan sobre sus trompetas con la furia de un
juramento.
Y mientras, Charlie Parker sigue muriendo ay sigue
muriendo
y Vallejo se extiende en la conciencia de los jóvenes
que leen poesía y que esperan el veredicto de lord
Russell
y Sartre y muchos más contra los importantes del país
más poderoso de la tierra (de estos hay señales
inequívocas).
Paca viste a la niña con colores alegres:
tal vez vengan hoy los abuelos, esa pareja de casi
ancianos
que han sufrido bastante y trabajado como bestias de
carga.
Ella tuvo ocho hijos, enterró tres, atendió enfermedades,
y zurció ropa de los otros cinco; él, ah cómo lo amo,
hombre de precisas palabras, nos educó con su conducta,
perdió una guerra, enterró a sus padres, soportó
desesperación económica y separación de los suyos
y hambre y frío y calor y fatiga e insomnio,
todo cuanto nuestro país reserva a los matrimonios
miserables.
Pon a Lupe los pendientes de oro y repite conmigo:
si alguna vez exiliamos a esos dos viejos de nuestro
corazón
seremos unos hijos de perra, unos bastardos. Paca,
viste a la niña con colores alegres. Señores:
agoniza un manifestante en la capital de Malasia.
Y va desfalleciendo la mañana debajo debajo de un sol
casi baldío
mientras pasa mi juventud, las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras, qué fueron sino rocío de los
prados.
Y mientras caen bombas y muertos sobre las junglas de
Vietnam.
Ahora recuerdo una travesía solitaria y paciente
por calles de París. Era una madrugada de septiembre,
venía de amar a una mujer, iba a dormir a casa de un
amigo
en la calle Maurice Ripoche; y caminaba y caminaba
rememorando al mismo tiempo mis insustituibles y pequeños
sucesos de hombre
y la Revolución Francesa; y calculaba de memoria mis
francos
bajo una amable lluvia que mojaba
mis sucios cabellos, mis manos; que resbalaba
sobre mi fervor de vivir y la calamidad del mundo.
Escribo para vosotros, testarudos, calamitosos seres
que deambuláis en este laberinto agrietado de nuestro
siglo.
Os mando cartas porque creo en el fenómeno poético,
lenguaje enloquecido y apesadumbrado que se derrite de
calor
ante un malasio que agoniza entre el plomo y la rabia.
Escribo porque amo atrozmente lo que aún no ha sido
todavía,
como lo amáis vosotros, gente, que vais por las ciudades
recordando y deseando, con un periódico arrugado
y un corazón que se hincha como un aullido en un
barranco.
Escribo esta carta mientras oigo los ruidos de la cocina
y veo pasar el tiempo como un megaterio por la dulce ventana
.
Escribo porque no soy un degenerado, porque estoy muy en
deuda
con dos viejos que languidecen en la edad al borde de su
nieta,
con una persona pequeña vestida con telas graciosas,
con seres que me dieron o me dan, con gentes que pasan,
con años que transcurren camino de los siglos,
con un sueño de amistad popular que cruza solitario
como un viejo vehículo del mar por el mar de la historia.
Félix Grande. Blanco
spirituals. La Habana, Casa de las Américas, 1967.
Imagen: Philip Jones Griffiths. Delta del Mekong, 1967.
Qué grande el del apellido Grande. Gracias por traerlo y yo también "creo en el fenómeno poético".
ResponderEliminarQué de acuerdo estoy contigo, Virto. El fenómeno poético como compromiso, lucha, deuda y honestidad. Salud!
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