Pronunciar tu nombre para que los bosques sueñen nuevas flores para celebrar la transparencia de las acacias en la sonrisa de las amas de casa, pronunciar tu nombre porque así los pobres corazones de los osos hormigueros abandonan las neveras de la tristeza para habitar la conciencia civil de los relámpagos, pronunciar tu nombre para mirar al cielo y reconocer a una pandilla de ángeles leyéndole el tarot al dios de las equivocaciones terrenales, pronunciar tu nombre para archivar los expedientes judiciales que suelen abrirse cuando los árboles no quieren ponerse de rodillas, pronunciar tu nombre para soñar el sueño que nos dice que la vida sería más posible si los gorriones escribiesen las editoriales de los periódicos, pronunciar tu nombre para que los alquimistas conviertan el pan en pan y el oro en la estrella que le reveló a Dédalo los planos del laberinto de la resistencia civil de los olvidados, pronunciar tu nombre porque así se llega antes al amanecer, pronunciar tu nombre para que la poesía descienda por la corbata del otoño y llene de canto los pulmones de los ruiseñores, pronunciar tu nombre para que los psiquiátricos sean la casa de la verdad, para que los magos dejen de cepillarse los dientes con el pensamiento de las mandrágoras y construyan en el bosque más casas de naipes para resistir al mal, pronunciar tu nombre para que la eternidad pueda ver con las gafas de lo efímero, pronunciar tu nombre para que las mariposas dejen de morder cuando les sonríen las orugas, para que los astros y los cometas y las supernovas y los accidentes celestes entren en tu bolsillo con la facilidad con la que un puercoespín se seca las lágrimas, pronunciar tu nombre para que la dignidad de los débiles sea el camino más corto entre dos obreros que, sin saberlo, llevan bajo el brazo el mismo bocadillo lleno de reproches y de recibos por pagar, pronunciar tu nombre para que los matemáticos retrasen los relojes de arena, para que los astrónomos puedan meter los bigotes en la leche del universo, para que los carpinteros paren de llorar en los aserraderos, pronunciar tu nombre para decirle buenos días al mendigo que, al llorar, acaba de regalarle su última pertenencia al amanecer, pronunciar tu nombre para que los chatarreros encuentren por fin la moneda con la que los ángeles pagan sus multas de tráfico, pronunciar tu nombre para que la libertad y la belleza y la dignidad se remanguen los pantalones y crucen las aguas cristalinas de todos los amaneceres para traernos a la cama un puñado de sueños recién horneados.
Nilton Santiago. A otro perro con este hueso. Casa de Poesía, 2016.
Imagen: Charles Haslewood Shannon. The wise and foolish virgins, 1919-20.