lunes, 5 de junio de 2017

El centro comercial



Aquello resultó ser el libre mercado,

el de verdad,

el auténtico,

el de las veinticuatro horas abierto,

el de las ventanas cerradas,

el del torno de acero a la entrada,

el de la línea de cajas a la salida,

el del vigilante jurado en ambas,

el de las cámaras de seguridad,

el del hilo musical marcando el paso,

el de los pasillos rectos y alineados,

el de los estantes estándar,

el de los productos ordenados por colores según el billete que los paga,

el de las marcas de la casa a la altura de los ojos y al alcance de las manos,

el de la competencia subiéndose a un taburete,

el de si quieres alternativas te agachas,

el del precio en origen fijado en el destino,

el de las ofertas colgadas con hilo de sedal,

el de compra hoy y lo pagarás mañana,

el de los reponedores a tiempo parcial y las cajeras de por vida,

el del centro comercial,

el libre mercado de verdad,

el auténtico,

el del carro con candado

y las ruedas trucadas.





Iván Rafael. Monótonos golpes de Estado. Amargord, 2015.

Imagen: David Hurn. Arizona.

2 comentarios:

  1. Y es que, la gran cárcel ha cambiado mucho... y sus economatos también.

    Salud!

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    1. Y también nos ha cambiado mucho, que ni la reconocemos ni nos reconocemos. Salud

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