Aquello resultó ser el libre
mercado,
el de verdad,
el auténtico,
el de las veinticuatro horas
abierto,
el de las ventanas cerradas,
el del torno de acero a la
entrada,
el de la línea de cajas a la
salida,
el del vigilante jurado en
ambas,
el de las cámaras de
seguridad,
el del hilo musical marcando
el paso,
el de los pasillos rectos y
alineados,
el de los estantes estándar,
el de los productos
ordenados por colores según el billete que los paga,
el de las marcas de la casa
a la altura de los ojos y al alcance de las manos,
el de la competencia
subiéndose a un taburete,
el de si quieres
alternativas te agachas,
el del precio en origen
fijado en el destino,
el de las ofertas colgadas
con hilo de sedal,
el de compra hoy y lo
pagarás mañana,
el de los reponedores a
tiempo parcial y las cajeras de por vida,
el del centro comercial,
el libre mercado de verdad,
el auténtico,
el del carro con candado
y las ruedas trucadas.
Iván Rafael. Monótonos golpes de Estado.
Amargord, 2015.
Imagen: David Hurn. Arizona.
Y es que, la gran cárcel ha cambiado mucho... y sus economatos también.
ResponderEliminarSalud!
Y también nos ha cambiado mucho, que ni la reconocemos ni nos reconocemos. Salud
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