Cayó como Jesús, con los
brazos abiertos, de espalda, mirando hacia lo alto. Sin mover las piernas ni
nada, entregado a la fatalidad. Ahora sólo deseo que se me aparezca. Que me
diga que hay un mañana. Que me dé una señal.
(Así
contó Nancy Herrera el 10 de marzo de 1988, la cabriola final de su marido,
Alberto Olmedo, quien cayó desde el balcón de un décimo piso)
Esteban Peicovich. Poemas plagiados. Bajo la luna, 2008.
Imagen: Aleksandr Ródchenko
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