domingo, 22 de noviembre de 2020

LIBERTAD


Crecieron así seres de manos atadas.

EMPÉDOCLES

 

A tiros nos dijeron: cruz y raya.

En cruz estamos. Raya. Tachadura.

Borrón y cárcel nueva. Punto en boca.

 

Si observas la conducta conveniente,

podrás decir palabras permitidas:

invierno, luz, hispanidad, sombrero.

(Si se te cae la lengua de vergüenza,

te cuelgas un cartel que diga “mudo”,

tiendes la mano y juntas calderilla.)

 

Si calzas los zapatos según norma,

también podrás cruzar a la otra acera

buscando el sol o un techo que te abrigue.

 

Pagando tus impuestos puntualmente,

podrás ir al taller o a la oficina,

quemarte las pestañas y las uñas,

partirte el pecho y alcanzar la gloria.

 

También tendrás honestas diversiones.

El paso de un entierro, una película

de las debidamente autorizadas,

fútbol del bueno, un vaso de cerveza,

bonitas emisiones de la radio

y misa por la tarde los domingos.

 

Pero no pienses “libertad”, no digas,

no escribas “libertad”, nunca consientas

que se te asome al blanco de los ojos,

ni exhale su olorcillo por tus ropas,

ni se te prenda a un rizo del cabello.

 

Y, sobre todo, amigo, al acostarte,

no escondas “libertad” bajo tu almohada

por ver si sueñas con mejores días.

No sea que una noche te incorpores

sonambulando “libertad”, y olvides,

y salgas a gritarla por las calles,

descerrajando puertas y ventanas,

matando los serenos y los gatos,

rompiendo los faroles y las fuentes,

y el sueño de los justos, porque entonces,

punto final, hermano, y Dios te ayude.

 

 

Ángela Figuera Aymerich. Belleza cruel, 1953. En Obras completas. Hiperión, 2009.

Imagen: Cayetano Ferrández. Serie The Gray Man, El salto de Yves Klein, 2013.

 

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