Las ecuaciones del encerado no mentían;
el último hombre regresa a la Tierra después de surcar el espacio a una enorme velocidad
y los años que para él han transcurrido en el viaje fueron millones de años aquí.
El último hombre abre la escotilla de la nave y mira alrededor;
las olas rompen contra el acantilado,
la costa verde muestra árboles conocidos,
pero la ciudad ha desaparecido de la desembocadura del gran río.
El último hombre descubre poco a poco la realidad;
hace mucho tiempo que los hombres existen sólo como fósiles;
un nivel enriquecido en uranio marca el final de su aventura.
El último hombre medita y no siente apenas nada.
Somos lo que contemplamos,
todo lo que sabemos nos ilumina,
pero el final inevitable sólo nos deja una fría estupefacción.
Jesús Aller. Los dioses y los hombres. KRK, 2012.
Imagen: Masao Yamamoto
Interesante como ves las letras con las cuales escribes
ResponderEliminarPlacer al conocerte
Un placer igualmente, Recomenzar. Salud y gracias!
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