En el principio era la tierra.
El sol y el mar
abrazando al primer hombre.
¡Todo aquello entre sus manos…!
Pero algo vino a suceder.
No, no fue Babel
ni Lucifer
ni siquiera la serpiente traicionera,
solo que la bolsa de algunos,
unos pocos,
se llenó de calderilla
y lentejuelas.
A los demás dejaron
la fe
que, por una parte, no se ve
y, por otra, no se toca.
Y, así,
nunca se acaba.
Jesús Vicente Aguirre. En Codal, revista de creación literaria y artística, 2ª época, nº 3. IER, 2010.
Imagen: Quentin Metsys. El contrato de venta, c. 1510.
Aquello de "nos dejaron con la Biblia y se quedaron con el oro".
ResponderEliminarSalud!
Es que, ya se sabe, los de la bolsa llena solo piensan en el bien de los demás. Benditos! Salud!
Eliminar¿A qué viene ese lamento? ¡Si tenemos El Santo Progreso!
ResponderEliminarAix, argh...
Salud y buenos alimentos.
Si es que los poetas se quejan por nada. Salud!
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