También tú, curtidor,
y tú, patán, hermoso, arrancándole
al invierno terrones, empujando
en agosto el plostellum. Y tú,
herrero entre sombríos fulgores,
o tú, inocente
borracho sin oficio.
También vosotros sin saberlo
conocisteis alguna vez
no la mayor: la única gloria del poeta:
cuando en el prado, la curtiduría,
la taberna, la fragua, se os llegaron
casualmente a la boca aquellas tres, cuatro palabras
que no se habían juntado antes
o nunca habían sonado de aquel modo,
y que dejaban dicho algo,
sencillo acaso como ellas,
pero tan verdadero, tan nuevo y tan antiguo
que os suspendió y enmudeció un instante,
como a algunos de los que os escuchaban.
Fernando Quiñones. Las crónicas de Hispania, 1985. En Muchos que me ven (Antología poética 1957-1998). Renacimiento, 2023.
Imagen: Nikolái Kasatkin. Шахтер-тягольщик, 1894.
Intenta atraparme con tus etiquetas y encerrarme en tus definiciones,
ResponderEliminary escaparé escurriéndome de tus ávidas manos cual fina arena del desierto o húmedo pez de las aguas. (Dijo la poesía)
Salud, Conrado!
La poesía siempre es insurrección. Salud, Loam!
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