Una noche, en la costa,
la brisa se detuvo contra su
voluntad
por la mañana el mar se
tornó agua negra
(Palabras inscritas en un
banco
de madera en el Río Tajo)
El fuego antiguo
requiere cualquier excusa
para comenzar
a encender los barcos
(Palabras de un marinero,
testigo
de la guerra entre el mar y
un dictador)
No te das cuenta de que yo
soy el océano–
cada vez que me disparas
tu bala se transforma en una
pequeña isla
donde yo me tiendo
(Palabras de una víctima,
dedicadas a su enemigo)
Un soldado le pregunta a
otro
¿cómo puedes dormir,
si has matado a tantos
hombres?
Porque
cuando cierro los ojos
mis
sueños se desvanecen
(Conversación sobre el
Puente de Alcántara
entre dos desertores de una
guerra religiosa)
Cuando el viento se hospede
en tu casa
asegúrate de que las
ventanas estén abiertas
para que no se lleve a todos
(Esto fue lo que un exiliado
le dijo a otro
en la Sinagoga del Tránsito)
Entre las horcas,
mi reflejo –sólo lo podía
ver
si estaba muy lejos–
cuando abandonamos el hogar
nunca dejamos de buscar
imágenes de la tierra en
nuestros rostros
(Palabras escritas en el
muro
de la Mezquita del Cristo de
la Luz)
¿Es esa la bufanda de mi
madre
o un gorrión que pasó
volando?
(Palabras del hijo de un
pacifista, de ocho años,
segundos antes de volverse
ciego y mudo)
Cuando un poeta enloquece
regresa a sus palabras
cuando las palabras no
soportan
su significado
van a la plegaria
cuando la plegaria
no vislumbra la montaña
negra
se vuelve hacia Dios
(Palabras de un hombre
sin patria)
Nos dieron mantas
un cielo de mil caras
un mar para nadar
y en vez de apartarnos,
nos perdimos en ellos
(Palabras de un inmigrante
cuya vida fue demasiado
breve)
¿Cuándo regresarás a La
Mancha?
(Esta es la oración diaria
de mi padre)
Natalie Handal. En Poetas de Otros Mundos. Resistencia y verdad.
Editor: Ángel Guinda. Traducción de Mohsen
Emadi. Olifante, 2018.
Imagen: Abed Abdi. Fleeing from the Massacre, 1976.