Veintitrés años
vi pasar el río Arlanzón y no aprendí
nada.
Las arquivoltas contienen el mal de la piedra.
Los corazones rebosan la mentira piadosa.
Estas iglesias, estas catedrales
sólo son cementerios de tafetanes pútridos
mas de tan alto
honor.
Acaso el heavy metal en la esquina
de la calle de los monstruos que niegan a Dios
demuestre que la ira seguirá existiendo.
Somos todos hermanos, sí.
Empero, hay sólo un hombre para una mujer,
los sexos se distribuyen conforme a la uniformidad
de los números pares,
las reglas de tres están prohibidas en las ceremonias
oficiales,
y de las fauces de las gárgolas mana más dolor, sangra
más falaz substancia
que aguas trae
la vieja lluvia castellana.
Cómo borrarme de este elenco de gigantes y cabezudos.
Cómo hacerme urraca, cortesana violada, lirio aplastado,
uña y pie desnudo de las tristes muertas que esperan
al otro lado del Paseo del Espolón,
ya sin confesores ni nadie a quien
culpar.
Andrés de la Orden. Noctem.
Raspabook, 2016.
Imagen: Gigantillos de Burgos
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