A mitad de los 80´s mi familia estrenó vajilla de filos
dorados
denso decorado de flores.
Nunca comimos juntos.
Por esos mismos años me vestía de camuflaje
desde las botas hasta la boina.
Coleccionaba cartitas de baseball como un junkie
miraba las caricaturas con fe de ciego.
Marcos, el mayor, hacía casas al otro lado
ocho horas diarias por quinientos dólares semanales.
Teresa, rizaba su pelo y delineaba sus ojos como Madonna;
nunca compró ninguno de sus discos.
Escuchaba El
Andariego, escribía en su diario
en hojas impresas con tenues imágenes de paisajes y
nubes.
Don Marcos perdió un dedo contra una máquina
trabajando para U.S.
Elevators
Carlos escondía sus libros bajo
el asiento mientras cruzaba con pasaporte a la escuela.
Mi madre leía la revista Hola para comentarnos a cada uno:
lo que le pasaba a la
Familia Real o a Julio Iglesias
terminaba diciendo: pobres de los Kennedy, están malditos.
Omar Pimienta. En Voces del Extremo: poesía y capitalismo.
Fundación Juan Ramón Jiménez, 2008.
Imagen: Guillermo Arias.
Tijuana.
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