lunes, 22 de junio de 2020

[Correas]


Correas que sujetan las palabras

a la rueda inflexible de la boca,

grilletes de decir y no decir.


El óxido violenta las encías,

las bóvedas oscuras de la sed.

En el temor se enferman las vocales.

Hay luz muy sucia en el mandil del tiempo,

moscas sobre los zocos de la ira,

grumos de desamparo en cada de litro

de leche almacenada en los arcones

con que asciende el umbral de la pobreza.


Formas de expiación, desgarraduras,

ganchos de carnicero que desangran

pulmones sonrosados de animal

-uno es Oriente, el otro es Occidente-.

Cada animal conoce su dolor,

es inocente siempre en su dolor.

Y con su gota espesa y pegajosa

la tierra fertiliza los manzanos,

la fruta que también es inocente.


Sin embargo, al morder y al escribir

letras de aire en su cuerpo malherido,

la boca deja rastro de semillas.

Omnívora y febril, también elige

pedirle compasión a los metales,

pedir a los grilletes que liberen

su presa con un tajo de puñal

que brilla como un sol inesperado.

Que las correas suelten las palabras.

Que sean compasivos los metales.




María Ángeles Pérez López. Fiebre y compasión de los metales. Vaso Roto, 2016.

Imagen: Misha Gordin

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