Me han hablado del poeta
que se arroja ácido a la
cara durante los recitales
y escribe en el cielo
preprogramado de California
con humo de aeroplanos
y me impresiona la calidad
de esta ética laboral
tan a la altura
de nuestros tiempos de
paleocapitalismo posmoderno:
todo por la patria
por el patrón
por el poder
por la poesía…
pero me temo
que ni siquiera con tanto
sacrificio
consigue durar más de diez
segundos en los telediarios.
Prefiero
otra estrategia lateral,
contraria:
escribir en la arena
y hablar en voz muy baja
para que tú me oigas.
Borrar las huellas.
Jorge Riechmann. El corte bajo la piel. Bitácora, 1994.
Imagen: Ansel Adams. Grass and Pool, ca. 1935.
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