La esperanza –antes tan diligente–
no viene a visitarnos hace tiempo.
Últimamente estaba distraída.
Llegaba siempre tarde, y nos llamaba
con nombres de parientes ya enterrados.
Nos miraba con ojos que le transparentaban,
igual que esos espejos que pierden el azogue.
Nos tocaba con manos realmente imperceptibles,
y amanecíamos llenos de arañazos.
También daba monedas que luego no servían.
Pero ahora, ni eso.
Hace ya tanto tiempo que no viene,
que hasta llegué a pensar:
¿si
no habrá muerto?
Después caí en la cuenta
de que los muertos éramos nosotros.
Ángel González. Muestra,
corregida y aumentada, de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes
sentimentales que habitualmente comportan, 1976. En 101 + 19 = 120 poemas. Visor, 2000.
Imagen: Juan Rulfo
Hace tiempo que ya no esperamos
ResponderEliminarnada bueno.
Aunque esperemos lo peor, habrá que seguir luchando por lo mejor. Si no, sí que estamos criando criando malvas.
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