NO DEJÉIS MORIR a los viejos
profetas pues alzaron su voz contra la usura que ciega nuestros ojos con óxidos
oscuros, la voz que viene del desierto, el animal desnudo que sale de las aguas
para fundar un reino de inocencia, la ira que despliega el mundo en alas, el
pájaro abrasado de los apocalipsis, las antiguas palabras, las ciudades
perdidas, el despertar del sol como dádiva cierta en la mano del hombre.
José Ángel Valente. No amanece el cantor. Tusquets, 1992.
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