Ya somos mayores.
Soñamos más allá del primer sueño.
Caímos demasiadas veces
como para dejar de creer en el camino.
Demasiada inversión en nuestros pies,
demasiados discursos ahogados,
demasía de voces en los desiertos.
Ni oriental, ni occidental,
sino tú mismo.
Tú mismo, fracasando en el paseo del triunfo de la vida.
Nada existe y todo está detrás de aquella loma
que divisa el primer sueño.
Ya es otro, pero es sueño.
Sueño de pie, sueño levantado, sueño árido.
Cantos densos, plenos, fértiles en su bochorno.
Aún cantamos a la inocencia.
A la inocencia que no se resigna y batalla por su verdad.
Por su trozo de verdad afluente que a río grande marcha.
Y después a mar abierto, desde donde se divisa otra colina.
De vez en cuando una luz, otra ciudad encontrada en el camino.
Otra ciudad, donde vas a encontrar huellas de ti mismo,
de tu mismo dolor,
de tu misma tierra fecundada.
De tu mismo cantar que no se escucha.
Y otra vez soñarás, abierto y confiado.
Con los ojos prestos a ver y dejarse penetrar por la verdad
y la inocencia.
Entonces, prepárate para lo peor.
Serás examinado, escudriñado.
Pues en tus ojos estará la herencia de siglos nómadas y peregrinos.
El miedo se unirá contra ti con la inocencia primera.
Con la inocencia legal y permitida.
Y los cobardes se unirán a los miserables.
Y el candor interesado disparará las balas de la estupidez.
Si sigues adelante, cantarás la inocencia,
y sabrás por qué lo haces.
A Roma no has de llegar, sino a ti mismo.
Y a otros, a otros solitarios de misterio
que de amor hicieron canto airado.
Y EL DOLOR Y LA ILUSIÓN DIRÁN EL RESTO.
Adolfo Castaño Garrofé. En Brossa de foc. Poesía crítica en la Barcelona del diseño. VV. AA. Descontrol, 2019.
Imagen: Alexander Novoskoltsev. En la sala de audiencia, 1877.
ResponderEliminarAh !!! La inocencia ... un asunto delicado. No sería descabellado pensar que es invento de quienes inventaron la culpabalidad.
¿Cuándo alguien dice o se siente en la obligación de decir: "soy inocente"? ... cuando el dedo del poder lo ha señalado como culpable.
La exigencia de culpa precede a la inocencia. Inocencia/culpabilidad forman parte del relato bíblico del pecado.
El agua clara que, en el río o el mar, pule la piedra es anterior a la inocencia. Saber mirarla y decirla y preservarla de toda representación. Darse una vuelta con Zambrano y Weil como compañeras.
¿Por qué hubo de poner Dios un árbol en el Paraíso para prohibir luego que no se comieran sus frutos? Salud!
EliminarDios nunca supo -ni sabe- lo que hace y se lleva entre manos. Es ignorante hasta de sí mismo: ahí radica su absoluto poder y el daño terrible que a los mortales causa.
ResponderEliminarEse terrible daño, creo, no proviene tanto de la ignorancia de Dios, sino de quienes construyen e imponen decálogos a partir de esa ignorancia. Salud!
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