I
Una vez a un feliz millonario
en su yate su propio sicario
de un buen tajo mató con arrojo:
no le había dejado atún rojo
¡este avaro y feliz millonario!
II
Una vez un magnate de Soria
macrogranjas creó con euforia,
con sus miles de cerdos dolientes;
no pensó ni en purines ni en fuentes,
y lo ahogaron las gentes de Soria.
III
Una vez a un monarca de España
lo cazaron igual que a alimaña.
Devoraba veleros, amantes,
comisiones, petróleo, elefantes.
¡Aquel rey de tan baja calaña!
IV
Una vez hubo un club de inversión
que tenía una gran obsesión:
extraer de icebergs agua pura
para dar al gin tonic frescura.
¡Y el patíbulo fue su sanción!
V
Una vez un gañán de fortuna
orbitó por capricho la Luna.
¿No me sobra –se dijo– osadía,
capital, personal y energía?
¡Lo lincharon de forma oportuna!
VI
Una vez un emir de Catar
fabricó en el desierto un glaciar.
Trasplantó allí pingüinos, narvales,
osos blancos y un par de esquimales.
¡Lo abrasaron al sol de Catar!
VII
Una vez un cacique sin alma
cultivó todo el valle de palma.
No hubo cabras, frijoles ni río,
solo hambre y rencor y extravío:
lo espetaron y asaron con calma.
VIII
Una vez un gigante energético
arrasó una montaña frenético.
Ni un halcón ni una flor ni un aliento:
soledad de molinos de viento.
¡Y se hundió el gran gigante antiético!
IX
Una vez un jerarca industrial
despobló una región tropical:
minería, petróleo, aeropuerto
convirtieron la selva en desierto.
¡Y el jerarca fue abierto en canal!
X
Una vez a una cumbre del clima
mil aviones volaron. ¡Qué grima!
Y los ricos dictaron muy esvásticos:
“¡Que los pobres reciclen los plásticos!”
Y al volver se jiñaron encima.
Conrado Santamaría. Tanteos.
Imagen: Ian Hamilton Finlay, Quin Morere, 1991.
Muy buena cacopoesía
ResponderEliminarcon final feliz
Deberíamos hacer que esos finales felices dejaran de ser simplemente una justicia poética. Salud, Juan José!
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