Baila
para hacerle recuerdo al mundo
que vive,
baila para exorcizar
tu tragedia y la mía.
Baila esgrimiendo el arpón de la muerte
que
trae
el eco
del rio.
No le hiere el tablado sembrado de espinas,
si con su paso
le ha de recordar al mundo
que la vida es tan larga
como el aleteo de una mariposa.
Baila,
baila el danzante,
no le hiere tanto la herida que sangra
como tu mísero aplauso
en la butaca del mundo.
Martha Gantier Balderrama. De la piel del tiempo. René Cadena Ayala, 1997.
Imagen: Kazuo Ohno
El aplauso es soga para el baile.
ResponderEliminarBailar para el aire, para nada y para nadie.
Esa es la idea.
Y que, material, espesa, salobre, colorada, salpique la sangre fuera del escenario, del poema, del espectáculo. Salud, Joan!
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