¿Qué pasa por la cabeza de este hombre?
Desconcertado, mira a su alrededor,
da cuerda al reloj del fin del mundo,
invoca constelaciones y figuras
para olvidar el terror que las engendra,
sueña descifrar el genoma del hongo
que le haga pasar al otro lado del espejo
y no alcanza a entender lo que le ocurre.
La inteligencia resulta sospechosa
y solo deja oír sus advertencias:
El asesino fue considerado inofensivo
horas antes de perpetrar la masacre,
el arma abandonada encuentra siempre a su víctima
y una oscura consigna olvida preguntar
por qué el Paraíso tiene guardias armados.
Los puentes desdeñan llegar a la otra orilla
y el calendario concede una efímera ciudadanía
abolida en cada hoja que le arrancan,
una historia sin sentido que nunca tuvo fin.
Náufrago en el desconcierto, rehén de su vacío,
si pretende entender se pierde en las preguntas.
José Pulido. Canciones del ave en peligro de extinción. Vitruvio, 2021.
Imagen: Lincoln Townley. Banker’s Upper Hand, 2021.
"El arma abandonada encuentra siempre a su víctima" ... Ah !!! Que bien visto !!! ... la disponibilidad del arma para cualquier alma ciega al puente y a su llegar y a su, por lo bajo, fluir.
ResponderEliminarHay un pequeño relato de Borges, titulado “El puñal”, en que señala esa misma disponibilidad que apuntas, la disponibilidad del arma a la espera oportuna de la mano que la maneje. Para Borges esa mano era la del homicida, aquí, menos épicos y más humanos que el argentino, es la mano de la víctima. Salud!
EliminarAh !!! Conrado ... no se te escapa nada ... jajaja ... sí, señor ... yo apuntaba, más bien, a la mano borgiana. Creo que el poema también admitiría una mano "dual": la del asesino y la del asesinado. La cuestión es que siempre hay un "alguien" oscuro que alimenta con pistolas dejadas ahí a guarda jurados y sicarios: hambrientos matando el hambre de otro.
ResponderEliminar"¿Por qué es el mismo el giro del brazo cuando siembra
Eliminarque cuando siega,
el del amor que el del asesinato?
Cl. Rodríguez
Y sí, las mercancías no son nunca inocentes, pese a quien pese de entre los economistas y emprendedores más (ir)racionales.
Salud!