Gases del diantre, se pegaron al cielo,
fundaron su bóveda más boba.
¿Y no se supo a tiempo?
Quién sabe, quién sabe
el pitazo, la partida de ese tiempo.
Gases del diluvio y del difunto.
Como las gasas de un sudario
envuelven los puntos cardinales,
los trópicos, los equinoccios,
toda la rosa de los vientos.
Y el planeta es la momia
a la que nadie busca ni venera.
Pero aquí la tienen, déjense
de mirar hacia el vacío, observen:
eterna trasuda las heridas
de nuestros mejores deseos,
la carroña encomiable
de nuestras intenciones.
Sergio Infante Reñasco. Las aguas bisiestas. Catalonia, 2012.
Imagen: Bo Bartlett. Oil Painting, 1999.
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