miércoles, 27 de diciembre de 2023

Detrás de estos deslucidos cristales


 

Poesía para diciembre completamente sordo

después de las salvas de las anunciaciones,

de las últimas sidras, que nunca más,

de la última pantomima del minuto.

 

Diciembre rescatando la espuma del recuerdo,

la música abriéndose las trenzas para atizar al ebrio,

y el gozo del sentido montado en dromedarios

cabalgando sobre el cuerpo del luto,

abriendo las heridas con la sal de los cascos.

Las notas del violín y los tambores,

unidos con el zumo del licor y la sangre de los muertos que,

medio viven en la noche de las penas, son rayos perdidos,

tristezas de lluvias alcanzadas. Las fiestas,

las ingeniadas fiestas,

pinchan con espinas de témpano la garganta del cielo

que se convierte en hueco harto de nubarrones.

 

Brindar por los odios,

por las tristes parejas del naufragio,

por el frío sin abrigo,

por la barca angelizando al Toa,

por la góndola montada,

por Venecia irisando la memoria,

por las aves de su plaza,

por el nunca más de una presencia.

Brindar por el veneno y el alcohol,

por la cicuta, por el opio,

por este pasodoble de la histeria.

 

Las imágenes destilan aguas grises,

por las quebradas de las inquietudes

y es así que diciembre se desliza

entre el beso del amante o el pendón

que agita el rompimiento en los recodos

de los vaivenes del destino.

 

¿Qué haría Van Gogh sin su oreja

en el frío diciembre de 1888?

¿Brindaría acaso por la locura?

¿Por la soledad? ¿Por la miseria?

¿Por (la única venta de su cuadro) “Viñedo rojo”?

¿Por los amarillos o azules intensos?

¿O por el disparo de la muerte inventada?

 

Balcones al borde de derrumbes,

escaleras temblorosas, pisos escleróticos,

palacetes donde el sexo no espera,

rostros donde el amor no puso labios

o labios que dejaron sin recursos al amor.

 

Como un suspiro sentada en el escaño

de este aburrimiento sin medidas,

de esta sensación

de inventar al muñeco de la espera.

Detrás de estos deslucidos cristales,

a escondidas, bebo este vino

de incertidumbre.

 

 

Carmen Serrano Coello. Esas ovejas que nos balan dentro. Ediciones Unión, 2010.

Imagen: Antonio Palmerini

2 comentarios:

  1. Tres versos van a respirar hoy en mi día:
    "tristezas de lluvia alcanzada (...) rostros donde el amor no puso labios / o labios que dejaron sin recursos al amor (...) inventar al muñeco de la espera".

    Y entonces calentaré un poco de opio para dar vida al hueso.

    -La foto también es delicada-

    Salut !!!

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    1. La fotografía, ¿una ventana? ¿Un espejo? En cualquier caso, un asomarse al abismo y al vértigo de la desolación. Salud y hueso vivo, Joan!

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