La indignación por las atrocidades cometidas se hace menor cuanto menos parecidos son los afectados al lector normal, cuanto más oscuros, «sucios», dagos. Esto dice tanto del crimen en sí como de los que lo presencian. En los antisemitas quizá el esquema social de la percepción esté configurado de tal modo que no les permite ver a los judíos como hombres. La tan oída afirmación de que los salvajes, los negros o los japoneses parecen animales, casi monos, contiene ya la clave del pogrom. Su posibilidad queda ya establecida desde el momento en que el ojo de un animal mortalmente herido da con el hombre. El empeño que éste pone en evitar esa mirada –«no es más que un animal»– se repite irresistiblemente en las crueldades infligidas a los propios hombres, en las que los ejecutores tienen continuamente que persuadirse del «sólo es un animal» porque ni en el caso del animal podían ya creérselo. En la sociedad represiva, el propio concepto del hombre es una parodia de la semejanza humana. El hecho de que los detentadores del poder vean como hombres lo que es sólo su propia imagen reflejada, en lugar de ver reflejado lo humano como lo distinto, se debe al mecanismo de la «proyección pática». El crimen es entonces el intento reiterado de ajustar a la razón el trastorno de esa falsa percepción mediante un trastorno mayor: lo que no se ha visto como hombre, siendo así que lo es, es convertido en cosa para que no pueda ya contradecir mediante movimiento alguno la mánica visión.
Theodor W. Adorno. Minima moralia. Reflexiones desde la vida dañada. Traducción: Joaquín Chamorro Mielke. Akal, 2004.
Imagen: Mahmud Hams. A wounded Palestinian woman from the Baraka family is surrounded by her children upon their arrival at Nasser Hospital in Khan Yunis in the southern Gaza Strip following Israeli air strikes that hit their building.
En los momentos iniciales -antes de poner en marcha la devastación- el ministro de defensa del estado de Israel pronunció (salió en todas las teles) la sentencia definitiva: "Son unos animales". No hizo distinciones. Todos son unos animales. Quien lo supo oír, supo que no dejarían piedra sobre piedra.
ResponderEliminarJusto esa declaración que señalas, Joan, fue la causa de esta entrada. Rafael Sánchez Ferlosio parafrasea a Adorno en el siguiente pecio: "Lo llaman «perro» o «rata» para anticipar encima la figura con la que un día podrán matarlo a palos". Salud y antideshumanización!
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