La calumnia surgió de la impotencia.
Se muestra y se propaga con ingenuo disfraz,
bisbisea al oído del mezquino
para abrir un paisaje solapado
y urdir en su alevosa trampa la destrucción.
Eficaz porque siempre se protege en la duda
dejándola vibrar desde su lengua bífida.
Cuando muerde, pervierte y envenena
mientras encubre su perfil siniestro
bajo aquella sonrisa de bondad.
A veces nos rodean sus escamas
sin que podamos soportar su hedor.
Hidra de un infinito de cabezas,
roba el honor de todas las victorias,
modifica a su antojo el libro del pasado
y la verdad no alcanza a destruirla.
No hay protección posible contra su daño infame.
Solamente el desprecio consigue relegarla.
Solamente la borra nuestro olvido.
Justo Jorge Padrón. Resplandor del odio. Espasa Calpe, 1993.
Imagen: Odd Nerdrum. The Dentures, 1983.
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