sábado, 25 de abril de 2020

DISTRIBUCIÓN DEL TIEMPO


Cada vez somos más los que creemos menos

en tantas cosas que llenaron nuestras vidas,

los más altos, indiscutibles valores vía Platón o Goethe,

el verbo, su paloma sobre el arca de la historia,

la pervivencia de la obra, la filiación y la heredad.


No por eso caemos con el celo del neófito

en esa ciencia que ya pone sus robots en la luna;

en verdad, en verdad, nos es bastante indiferente,

y si el doctor Barnard transplanta un corazón

preferiríamos mil veces que la felicidad de cada cual

fuese el exacto, necesario reflejo de la vida

hasta que el corazón insustituible dijera dulcemente basta.


Cada vez somos más los que creemos menos

en la utilización del humanismo

para el nirvana estereofónico

de mandarines y de estetas.


Sin que eso signifique

que cuando hay un momento de respiro

no leamos a Rilke, a Verlaine o a Platón,

o escuchemos los claros clarines,

o miremos los trémulos ángeles

del Angélico.


Así es y sigue siendo, por suerte; en estos días alterno la lectura y difusión de documentos de la CADHU sobre los campos de terror en la Argentina con los últimos cuentos de Izak Dinesen y una admirable revista californiana de poesía, Invisible City. Esta última me hace pensar, un poco sorprendido, que en los poemas que voy sumando aquí hay pocas presencias anglosajonas, siempre tan advertibles en mis cuentos y novelas. Pensar que Keats, que los isabelinos, que T. S. Eliot… Y justamente entonces asoma un mapa de nostalgia amorosa que resbalando por praderas inglesas va a parar a los campos de algodón sureños, al recuerdo de Lionel Hampton tocando Save it, pretty mama como nadie lo tocó salvo Louis Armstrong. Los tres hablamos a nuestra manera de una mujer querida, salvo que ellos lo hacen para llamarla y yo porque ya se ha ido.



Julio Cortázar. Salvo el crepúsculo. Alfaguara, 1985.

Imagen: André Kertesz. París, 1929.

5 comentarios:

  1. "...tantas cosas que llenaron nuestras vidas"... de accesorios accesorios (no hay redundancia). El tiempo es alambique, tamiz, si no ¿para qué sirve?

    Salud!

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    1. Aunque a veces da un poco de pena ver el montón de morralla acumulada que fuimos. Salud!

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    3. Sí, pero a veces se hizo cuanto se pudo, la prueba es que nos encarcelaban. Mis riñones aún conservan nocturna memoria de sus pistolas.

      Salud! (ahora sin errata)

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    4. Pero eso precisamente no es la morralla, sino la semilla que queda en el tamiz y que ha hecho que seamos lo que somos. Y no estoy glorificando el sufrimiento. Salud y ni olvido ni perdón!

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