viernes, 17 de abril de 2020

EN OTRO LUGAR DEL TIEMPO (Nueva York, 11 de septiembre, 2001)


Un hombre se lanza al vacío.

Su pasado ha dejado de existir.

Su presente es esta larga caída,

este sereno descenso hacia la muerte.

Todo ha quedado suspendido

como el soplo de una canción sin palabras.

Su teléfono móvil cae sonando con él:

una sórdida llamada de la vida.

Él ya no puede responder,

va bajando tiernamente hacia la muerte.

Un hombre va cayendo

hacia una llanura de cemento

donde miles de seres humanos

huyen como estrellas fugaces que quisieran

abandonar un universo en llamas,

un oscuro universo en el que Dios

se ha escondido avergonzado

de su propia creación.

Él alza los ojos hacia el cielo;

no hay respuesta posible.

Todo es de una serenidad sorprendente

y él sólo oye el silbido del aire que le roza la piel

mientras va descendiendo hacia su muerte.

“¿Qué hora será? ¿Dónde estarán mis hijos?”

Él no sospecha que sus preguntas

ya las hace desde otro lugar del tiempo,

otro lugar donde abrirá los ojos y verá un vacío

como vacío está ahora su propio corazón.



                                              
Dionisio Cañas. Corazón de perro. Ave del paraíso, 2002.

Imagen: Angela Bacon-Kidwell

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