Quisiera hoy ser feliz de
buena gana,
ser feliz y portarme
frondoso de preguntas,
abrir por temperamento de
par en par mi cuarto, como loco,
y reclamar, en fin,
en mi confianza física
acostado,
sólo por ver si quieren,
sólo por ver si quieren
probar de mi espontánea posición,
reclamar, voy diciendo,
por qué me dan así tánto en
el alma.
Pues quisiera en sustancia
ser dichoso,
obrar sin bastón, laica
humildad, ni burro negro.
Así las sensaciones de este
mundo,
los cantos subjuntivos,
el lápiz que perdí en mi
cavidad
y mis amados órganos de
llanto.
Hermano persuasible,
camarada,
padre por la grandeza, hijo
mortal,
amigo y contendor, inmenso
documento de Darwin:
¿a qué hora, pues, vendrán
con mi retrato?
¿A los goces? ¿Acaso sobre
goce amortajado?
¿Más temprano? ¿Quién sabe,
a las porfías?
A las misericordias,
camarada,
hombre mío en rechazo y
observación, vecino
en cuyo cuello, enorme sube
y baja,
al natural, sin hilo, mi
esperanza…
César Vallejo. Poemas humanos. Obra poética completa. Alianza, 1988.
Imagen: Roger Ballen
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