Si quieres analizar su ser,
su función,
su utilidad en este mundo,
tienes que verla en su
conjunto. La sal
no son los individuos que la
componen
sino la tribu solidaria. Sin
ella
cada partícula sería como un
fragmento de nada,
disuelta en algún hoyo negro
impensable.
La sal sale del mar. Es su
espuma
petrificada.
Es mar que seca el sol.
Y al final ya rendido,
ya despojado de su gran
fuerza de agua,
muere en la playa y se hace
piedra en la arena.
La sal es el desierto en
donde hubo mar.
Agua y tierra
reconciliados,
la materia de nadie.
Por ella sabe el mundo a lo
que sabe estar vivo.
José Emilio Pacheco. Ciudad de la memoria, 1986-1989. En Los trabajos del mar. Poesía IV (1979-1989).
Visor, 2014.
Imagen: Luca Galuzzi. Salar
de Uyuni, Bolivia.
Súbitamente, se colma mi memoria de luz, de esa luz que sólo irradian las salinas... y la mar. Qué bello poema.
ResponderEliminarSalud!
La sal de la tierra. Salud!
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